¡Esta
es mi chica!
23 de junio de 2012
Laura es mi pequeña princesa,
aunque ahora ha crecido bastante y tiene más de princesa que de pequeña. Es
Neurotípica y tiene catorce años.
En esta foto tenía dos. El disfraz
se lo hizo mi madre. Iba vestida de novia y
se metió tanto en el papel que nos impresionó a todos. Muy seria y digna
paseó por la casa mientras le hacíamos fotos y video. Incluso se cogía la falda
sin que nadie se lo dijera para bajar la escalera, como si fuese una persona
mayor. El poema también es de esa época.
19 de agosto del 2000
A mi hija Laura
Llegaste con el sol de medio día
iluminando con la inmensa luz de tu vida, la mía.
Sonrisa de postín tiene tu carita de muñeca.
Sonrisa que asoma, dientecitos como perlas.
Las lágrimas de tus ojos hasta mi corazón se acercan
inundándolo de amor por mi niña, mi muñeca.
Reloj detén tu tic tac
dejame disfrutar despacio,
recreandome en sus gestos, en sus risas, en sus llantos.
Altanera e independiente
mimosa, dulce,
graciosa hasta la luna que tanto atrae tu mirar,
sobre su manto de oscuridad celestial.
Y en tu mirar, mi mirada,
prendida en esos preciosos ojos de luz estrellada.
De pequeña era dulce y tierna,
aunque con un puntazo de carácter que no había quien se lo quitara. Y es que en
casa, todos andamos bien servidos de temperamento. A los cuatro años Laura quiso
irse de casa y se tiró una hora en el rellano de la escalera, reivindicando su
decisión. Me impresionó aquella actitud y pensé:- ¡Dios mío, cuando tenga diez
años ¿qué pasará?! Pero, he tenido un gran maestro que me ha enseñado mucho
sobre cuál ha de ser mi talante ante las dificultades que conllevan la
maternidad. Y aunque esos aprendizajes fueron tremendamente duros, ahora me sirven,
entre otras cosas, para que la adolescencia de Laura la viva…yo diría que con
bastante serenidad (¡y no me lo pone
fácil!).
A Laura le apasiona la moda y
el diseño. Tiene hojas y hojas llenas de bocetos de vestidos para primavera,
verano, otoño e invierno. Siempre ha destacado en dibujo, aunque independiente
como ella sola, prefiere hacerlos a su manera, sin guía de por medio.
Está en primer curso de piano
y le encanta. Es una niña muy madura en muchos aspectos. Aunque se esfuerce en
disimular, sé que tiene muy en cuenta las cosas que le digo y da gusto hablar
con ella sobre temas que tal vez no sean los más habituales a su edad, por la
profundidad que encierran. Ahora se ha convertido en una preciosa muchachita
que todo el día pregunta a su espejo: - Espejito, espejito…
Foto de Laura realizada por ella misma. |
Le encanta que me la coma a
besos, siempre y cuando no lo haga delante de sus amigas, y tiene una gran
capacidad de comprensión… hasta que su egoísmo de niña se cruza en nuestro camino
y se empeña en poner todo patas arriba. Pues a partir de ahí los obstáculos surgen
por doquier, tratando de convertir un hermoso y soleado día en una tormentosa y
huracanada jornada. Y aunque por regla general no lo consigue, D. ego no pierde
la esperanza y nos visita con bastante asiduidad.
Tiene mucha más capacidad de
la que desarrolla en sus estudios, pues va a medio gas, según me dicen sus
profes, y solo se pone las pilas cuando le ve las orejas al lobo. Aunque, de
momento (Tocaremos madera), nunca ha
repetido curso. Y es que en su mundo, hoy por hoy, solo hay espacio para las
amigas…amigos e ilusiones propias de la adolescencia, que, afortunadamente, me
cuenta con entusiasmo, pues deposita mucha confianza en mí para sus cosas de
chicas, (pero…por favor, esto es un
secreto) así que me siento más que satisfecha; aunque me esfuerce cada día
en encontrar una fórmula mágica que le ayude a comprender que es necesario que se
centre más en los estudios.
Foto de Laura realizada por ella misma. |
¡A su hermano que no se lo
toquen! A excepción de ella ¡claro! Porque en cuanto se le acerca la oyes
hacerle: ¡Ggggggsss! (sonido que hacen
los gatos cuando, muy enfadados, no quieren que nadie se les acerque). Aunque
todo sea dicho, es Ian quien suele empezar a hacerle rabiar, para partirse de
risa con sus reacciones, y ella que no le hace ascos al asunto, le sigue el
juego de inmediato. Yo vigilo, aunque suelo dejar que solucionen sus amenas
reuniones. Y si no hay consenso saco el látigo (jeje) bueno, me meto de por medio y mando a cada uno a su cuarto
un rato. Mandato que ya no obedecen, claro, por la edad que tienen, pero que
sirve para que dejen la gresca para otro día.
Como veis se pelean como
buenos hermanos, una vida muy normal, a pesar de las diferencias que puedan
crear las características de cada uno (Asperger o Neurotípicas).
Si Laura está por la labor,
hace de su hermano lo que quiere, porque tiene una muy buena influencia sobre
él. A veces le apetece prestarle un poco de atención y él se deja hacer sin impedimentos.
Deja que le haga un peinado moderno, consigue que se vista más a la moda,
combinándole la ropa y hace todo lo que ella le dice sin decir ni pio y sin una
sola queja... ¡Es alucinante verlos así! Se me cae entonces la baba y hay que
recogerla claro, ¡con el asco que eso da!, pero, en esos momentos me siento
feliz, tan feliz como Medrano (que no sé
quién sería, aunque debía de ser muy feliz, porque aquí en España, o al menos
en mi pueblo, se le nombra mucho cuando hablamos de felicidad).
En cuanto a la comida es todo
lo contrario a Ian. Mientras a uno le tienes que decir: - Basta. A la otra le
tienes que decir: - Venga, un poco más. ¿Pero por qué seremos tan extremistas?-
me pregunto yo.
Otra de sus pasiones son los
animales y subir a caballo. Laura siente una curiosidad por la vida que le
desborda, siempre piensa en hacer y aprender cosas nuevas. Es muy creativa,
dicharachera y ¡oh, oh! bastante desordenada. Conocida en casa como: “El huracán
Laura”, por donde pasa deja rastro. Algo que también vamos trabajando. Y es que
todos los hijos, con unas u otras circunstancias o características, necesitan
de nuestro tiempo y dedicación para casi todo, hasta que maduran. Unos lo hacen antes y otros
lo hacen después. Así que no nos queda otra que adaptarnos al ritmo de cada
uno.
Y después de contar todas
estas cosillas que ella misma ha leído, dando el visto bueno me ha dicho:
-
¡Hombre!, ¡Ya era hora de que hablaras de mí un
poco!
¡Anda! ¿Ahora sí puedo?, me
pregunto, porque no siempre cuento con su aprobación. Y es que a estas niñas… ¡NO
HAY QUIÉN LAS ENTIENDA!
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